Por herencia o construcción José Blanco tuvo tres casas y tenía cuatro hijos así que partiendo una pudo dejarles una casa a cada uno de ellos. Bueno, quien realmente hizo la partición fue su mujer Guillerma Romero quien, al quedar viuda, se reservó la mitad de la casa de la calle real y quiso que luego pasara a su único hijo, Teodoro. La otra mitad la heredó su hija Cristina, que al casarse con Luis Carazo, construyó un segundo piso. La casa de la plaza mayor la heredó su hija Julia y lo que es ahora la casa de los Rocha la recibió Mercedes (de ella y de su casa escribiré otro artículo). Cristina Blanco Romero tuvo cuatro hijos: Isidoro, María Magdalena (mi madre), Carmen y Luis. Y Carmen volvió a unir las dos mitades pues heredó una y compró la otra a los hijos de Teodoro. Por cierto, Teodoro se casó con Consuelo Ortega y tuvieron cinco hijos: Sagrario, Maribel, Itziar, Javier y Milagros. Julia se casó con Julián Benito y también tuvieron cinco hijos pero uno murió con pocos años, José. Siendo niño visité su piso de Barcelona, donde emigraron, y conocí a Eladio, Crescencio, Montse y sobre todo a Amparo, que, además de prima, era amiga de mi madre. También recuerdo la bodega de su casa en La Olmeda. Mi abuelo Luis no tenía bodega así que usaba la de su cuñada Julia; todavía lo recuerdo, cerillo en mano, bajando a llenar una jarra de vino, antes de la comida. Afortunadamente esa bodega aún existe. Los hijos de Julia y Julián vendieron la casa a los vecinos de al lado, Pauli y Emilio; y estos tiraron las ruinas, pero debajo del porche que hicieron conservaron la vieja bodega.